El siguiente es el testimonio de uno de nuestros lectores: “Todo comenzó un frío día de Enero de 1995. Fui al centro comercial con un amigo a ligar con cualquier chica al azar que encontrara. Bueno, ese día tuve suerte y encontré una atractiva chica con quien pronto comencé a salir.

Tenía quince años. Increíblemente, sobrevivimos la tempestad de la juventud juntos y duramos once años. Nunca nos casamos ni tuvimos hijos. En lugar de eso, ella fue a la universidad y yo comencé una carrera prometedora. ¿Cuál fue la causa de nuestro fracaso?

Ella se graduó de Biología y fue una excelente pupila del estamento liberal. Ella era altamente competitiva conmigo y estaba abiertamente en contra de tener un hijo. Le solicite que buscáramos consejería y ella me pidió que fuera yo primero; así que la dejé, gracias a Dios. Mi mujer era altamente inteligente, debatía ferozmente y no tenía ninguna simpatía por la angustia que mi mente idealista y joven estaba sufriendo después de los atentados del 11 de Septiembre estudiando la manipulación y mecánica de la malévola Élite global. (Ella decía que mis pláticas eran puras habladurías de psicópata).

Cortar fue devastador. Nuestras amistades lloraron por ambos. Qué linda boda pudo haber sido. Al final me volví a acercar a mis viejos camaradas de mi juventud. Aliviaron mi dolor involucrándome en la escena social con todo su libertinaje y decadencia. Visitamos los bares y clubs de strippers, bebimos, fumamos y buscamos mujeres en una aparente búsqueda de degradarnos a nosotros mismos.

De Vuelta a la Escena de la “Seducción”

Soy políticamente conservador y un libre pensador, ya que obtuve mi diploma de bachiller y no fui a la universidad. Esto me alejó de la agenda de adoctrinamiento liberal. En segundo lugar, estaba dentro de una relación de largo plazo y no pasé en ningún momento buscando sexo promiscuo. Esto me permitió enfocarme en metas más importantes.

Terminar con esta relación de largo plazo y reingresar al difícil mundo de la seducción resultó ser un choque cultural, después de 11 años de estar solamente con la misma chica desde que yo tenía 15 años de edad.

Conocí a una chica en una red social en ese entonces también. Ella tenía 23 y me invitó para que la acompañara a nuestro primer encuentro un Viernes en la madrugada en una gasolinera. Ella se montó en mi auto y manejamos hasta su casa y tan solo tomó cinco minutos para que ella se sentara en mi regazo y comenzara besarme. Ella me pidió que entrara a su habitación a tener sexo con ella, pero lo pensé mejor y le dije que pasaría por ella el día siguiente para que tuviéramos tiempo de conocernos un poco mejor. Dejaré el resto a su imaginación. Vale la pena, eso sí, hacer notar que ella admitió ante mi que ella era una ninfómana y bisexual. Nuestro baile de cortejo tan solo duró tres días.

De hecho, las seis mujeres con las que salí después de acabar con mi relación de largo plazo, incluyendo a la chica con la que estoy ahora, son auto-proclamadas bisexuales.

La siguiente chica con la que salí era pavorosa. Ella tenía 18 años y la conocí en un club “gótico”. Mi línea para abordarla fue un insulto. Me las arreglé para conseguir su número y en una semana la seduje con mensajes de texto sexuales y ella vino a mi vecindario a visitarme. Ella tenía su piel tatuada por doquier y con piercings en todas partes, incluyendo seis solo en su lengua. Ella fue la chica más friki con la que estuve.

Ella me reveló planes para su suicidio en los próximos meses. Ella era una desviada sexual; hacía tríos y practicaba sado-masoquismo. No pude seguir con ella por muchas razones pero sí aprendí algo importante.

Muchas de estas jovencitas sustituyen un anillo de compromiso por una soga. Muchas de estas chicas con las que estuve querían que las estrangulara o que las atara y ellas me arañaban y mordían hasta que sangraba mientras teníamos sexo.

Ellas necesitaban ser abusadas físicamente para alcanzar el orgasmo y asegurarse de estar lejos, pero muy lejos de hacer el amor e intimar con uno.

Fue casi como si experimenté una clase de matrimonio pervertido. Si ellas podían seducirme para entrar a su mundo de sexo y violencia, me convertiría en otra víctima al envolverme en un comportamiento temerario tan solo para eyacular y luego quedar atrapado con cierto tipo de mujer. Huí tan rápido como pude de todo eso.

Este ejemplo particular es una situación extrema, cierto, pero encuentro que se relaciona muy bien con la mayoría de las chicas, incluso con las “normales”.

En conclusión, es fácil tener sexo con una chica hoy en día, pero la idea del compromiso y formar una familia es algo que es motivo de carcajada para las chicas de hoy. La moraleja de esta historia es que los valores morales se han ido por el tubo del desagüe. Los desafíos que enfrentan los hombres y mujeres jóvenes en las ciudades son el daño colateral de vivir en una zona de guerra tan extensiva como lo es el mundo occidental en sí.

Estoy en una relación de tres años ya con una mujer que fue muy liberal al inicio pero que se ha hecho a la idea de que casarse, tener un bebé y asumir roles tradicionales de hombre y mujer puede de verdad hacernos feliz a ambos.

El problema es que no sé si podamos recuperarnos del daño que la re-ingeniería social ha infligido en nuestras vidas. El sexo ha desaparecido. Nos quedamos a ver nada más las cenizas, temerosos del embarazo. Estamos comprometidos pero sin fecha de boda a la vista; nuestra relación se desmorona por nuestro temor a avanzar.

Siento que he sido brutalizado por la propaganda de los medios de sexo instantáneo con cualquiera. Tengo lástima por las generaciones futuras, porque temo que será el doble de peor que esta. Estamos siendo re-definidos de forma sistemática y estructural. No veo ninguna esperanza más allá de que la humanidad sea presa de tormentas solares que nos lleven de vuelta a la edad de piedra o que algunos de tus artículos se conviertan en lectura obligatoria :)”.