¿Le pones veneno o pasión a tus palabras?

Todos sabemos que las palabras tienen un gran efecto en nosotros pero lo que a veces no se comprende bien es que las palabras se pueden decir con una intención deliberada o pueden, simplemente, salir sin pensar en ellas y su mensaje puede ser igualmente efectivo para bien o para mal.

Por ejemplo, si dices algo como “¿Jorge? Es muy poco probable que tenga éxito.

No tiene el talento que se necesita” y si casualmente Jorge te escucha diciendo eso es muy probable que se sienta o muy molesto contigo o muy desanimado.

Sería mucho peor si fueras una autoridad en la vida de Jorge –si fueras un profesor o algo similar – es muy probable que tus palabras le desanimen tanto que renuncie a cualquier cosa o plan que esté llevando a cabo y su vida habría sido muy diferente si no hubiera escuchado tus palabras.

Otros comentarios como “no tiene oído para diferenciar ni un tono”, “no afina” o “nunca será bueno en matemáticas” tienen un efecto negativo si la persona de quien se habla escucha por casualidad un comentario de esta naturaleza.

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Si es alguien con baja autoestima se afectará su vida porque es muy probable que renuncie a realizar planes o proyectos ambiciosos en su vida sencillamente porque creyó en las palabras que la persona con autoridad dijo sobre ellos.

Esto ocurre comúnmente cuando se trata de adolescentes pues en esa edad se fija la “brújula” de las personas, es decir, se comienza a trazar el camino que seguirán posiblemente por el resto o durante buena parte de sus vidas.

Algunos responden pero muchos no

Esta es la parte negativa.

Por eso, ten mucho cuidado cuando hables de los demás, especialmente cuando vas a expresar criterios negativos sobre otra persona, particularmente si se trata de un adolescente.

Podrías envenenarle sus sueños sin darte cuenta.

Sabemos que pocas, muy pocas personas toman este tipo de comentario como un desafío a vencer pensando en “les voy a demostrar lo que realmente puedo hacer”.

Algunas personas piensan y actúan así pero la mayoría no.

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Una vez que les han torpedeado su confianza en sí mismos dejan que se hunda el bote con sus sueños.

Si le dices a una persona que no es buena en algo y se lo cree, al final dejará de ser buena en ese campo.

Por otra parte, si eres generoso en tus opiniones es muy probable que puedas ayudar a que un adolescente con dudas logre reafirmar su autoestima y mejore la motivación que se necesita para cambiar su vida para bien.

Si ese adolescente es bueno en algo simplemente díselo.

Si no es bueno en algo entonces no digas nada y si pide tu opinión trata de ser amable.

Puedes referirte a él/ella como alguien que tiene un gran potencial y que aún no lo ha desarrollado o explotado en su totalidad.

Ahora bien, es necesario que seas amable en tu apreciación pues puedes dañar la autoestima de alguien que no esté muy seguro de sí mismo.

Tienes un don

Aún recuerdo las palabras de ánimo que me hicieron entrar de lleno en las dos áreas de la comunicación que actualmente amo con pasión: la escritura creativa y el discurso en público.

Hace tiempo, un maestro de escuela retirado me dijo: “Tom tú tienes un don.

Tienes el don de las palabras.

Puedes escribir”.

Y así lo hice y durante los últimos 45 años es exactamente lo que he estado haciendo.

He escrito novelas, relatos cortos, poesía, obras de teatro, literatura de no ficción, ensayos.

He escrito millones de palabras y desde ese día he amado escribir.

Claro, soy lo suficientemente realista para saber que uno tiene que ser extremadamente talentoso para que un editor lo “descubra” a uno.

Aún así eso no me ha detenido y no he dejado de escribir y lo hago todos los días.

Con el discurso en público sucedió algo similar

Con el discurso en público me sucedió algo muy parecido.

Una profesora me dijo: “Tom, la forma en que juntas las palabras cuando haces tus presentaciones, eres capaz de dibujar cuadros en nuestra mente.” Esas palabras me las dijo un día una profesora anciana e hicieron la diferencia para mí.

Me convertí en un orador público pero me hice particularmente bueno contando historias oralmente.

Hoy, miro hacia atrás en el pasado y creo que durante estos 30 años he hablado para más de 47 000 personas.

Mañana mismo hablaré con otro grupo.

Y dentro de tres días daré otro discurso.

Me dijeron que podía dibujar cuadros en la mente de las personas por allá por los años 70.

Por aquel entonces yo tenía unos 30 años.

En 2014 aún sigo haciendo lo mismo y lo disfruto mucho.

Por tanto, las palabras, si se toma en cuenta que pueden ser realmente significativas para el oyente, tienen un efecto que puede marcar la diferencia en nuestras vidas.

Pero las palabras no tienen que llegar a nosotros necesariamente por la vía de la oralidad.

Pueden llegar a nosotros escritas o impresas.

Una carta hecha por un amigo con todo su corazón también puede marcar la diferencia si el mensaje que contiene impacta nuestro corazón de alguna manera.

Ahora les voy a relatar brevemente una historia que me encontré en un libro escrito por el Dr.

[sociallocker]Roger Walsh, “Essential Spirituality”.

La he reescrito con mis propias palabras pero la esencia de la historia se mantiene.

Aquí la tienen:

Una historia de palabras valiosas

Una joven maestra, a quien vamos a llamar Miss Parker, llegó a su nueva escuela para ejercer la docencia con alumnos de secundaria.

El aula donde ubicaron a la señorita Parker era bulliciosa y rebelde.

Los alumnos peleaban constantemente entre sí.

Había pandillas, facciones, acoso, era una escuela realmente dura.

La principal preocupación de Miss Parker era cómo hacer que los alumnos dejaran de pelear entre sí.

Ella quería alcanzar la paz en el aula, así que decidió hacer algo inusual.

“Chicos,” les dijo.

“Les voy a dar a cada uno de ustedes una hoja de papel.

En ella van a encontrar los nombres de todos los alumnos de esta aula.

Quiero que al lado de cada nombre me pongan qué es lo que más les gusta de esa persona y luego me entregan el papel.

Bien, pero sólo cosas buenas… ¿entendido? Escriban lo que más admiren o les guste de la persona junto con su nombre.

La maestra entregó las hojas y ya podemos imaginarnos cómo los chicos se rascaban la cabeza pensando qué podrían decir de sus compañeros – ¡tenía que ser algo bueno! – para ponerlo junto al nombre de cada uno.

Esta no iba a ser una tarea fácil.

Al final, cuando todos terminaron de escribir, Miss Parker recogió todas las hojas y se las llevó para su casa.

Una vez allí, se sentó y comenzó a revisarlas.

Luego comenzó a copiar laboriosamente los comentarios acerca de cada uno de los alumnos.

Hacer esto le llevó un buen rato.

Siguió cotejando cada nombre con los respectivos comentarios hasta que cada alumno tenía al lado de su nombre todos los comentarios que se habían hecho.

Al otro día llevó las hojas a la escuela.

Al llegar al aula las colocó boca abajo sobre cada una de las mesas de sus alumnos.

“Muy bien.” He colocado una hoja de papel en cada una de sus mesas.

Esto es lo que piensan sus compañeros de aula de cada uno de ustedes.

Ya pueden voltearlas y ver lo que está escrito en ellas.” De pronto todos en el aula estaban sonriendo.

La profesora escuchó susurros que decían: “¿de veras?”, “nunca pensé que me estimaran tanto”, “nunca pensé que pudiera significar tanto para alguien.” Esos elogios nunca más se volvieron a oír en el aula, aunque desde ese día las cosas cambiaron para bien.

Un tiempo después uno de los graduados del aula, Mark, fue a la guerra y murió en Vietnam.

Los padres de Mark después del funeral invitaron a la señorita Parker y a algunos de los antiguos colegas de clase de Mark a su casa.

Después de un rato, cuando ya estaban todos acomodados la madre de Mark dijo lo siguiente: “Quisiera mostrarles algo a todos ustedes”, dijo la señora mientras sacaba la hoja de papel escrita por todos ellos hacía varios años atrás y que contenía todas las cosas agradables que habían escrito sobre Mark.

“Él siempre llevaba ese pedazo de papel encima.

Ahora ustedes pueden tener una idea de cuán importante fueron estas palabras para él.

Él los quería mucho.” Sus compañeros de clase escucharon esto y uno  se levantó y dijo: “yo aún tengo guardado mi papel.

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Está en una gaveta de mi habitación.” Otro dijo: “yo también he guardado el mío.

Está dentro de mi diario.

“Una tercera voz dijo: “yo coloqué el mío dentro de mi álbum de bodas.

” Por su parte una última voz razonó diciendo: “¡bueno, creo que todos hemos guardado nuestros papeles!” Miss Parker rompió a llorar.

Una idea simple, que ella había concebido para traerle paz al aula había tenido una repercusión duradera en la vida de sus estudiantes.

Este es el maravilloso trabajo de las palabras amables.

Bueno, estimados lectores, este es el mensaje.

Quiero que sean muy cuidadosos con sus palabras.

Sean amables en lugar de ser crueles.

Se puede ser amable y generoso con los demás sin emitir palabras hirientes.

Dejemos que nuestro corazón guíe a nuestro cerebro cuando vayamos a evaluar las habilidades y el talento de otros.

Recordemos que lo que digamos o callemos puede marcar la diferencia en la vida de otras personas.

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