Generalmente hablando, tu puedes dejar a dos mujeres en una concurrida sala de espera en la clínica de un doctor y ya para la hora en que las llaman para pasar con el doctor, ya conocen la vida de la otra y han intercambiado números telefónicos.

Esto es hacer amistad entre mujeres. Por otro lado, cuando dos mujeres compiten por un hombre o luchan por recursos para sus hijos, las cosas se pueden poner muy peligrosas. Esto es dos mujeres en competencia.

Ambas situaciones son respuestas instintivas, basadas en química corporal y evolución. En nuestra cultura se nos hace creer que las mujeres compiten más entre sí más de lo que hacen amistad. Pero ahora que menos de la mitad de las familias en los Estados Unidos están ocupadas por parejas de casados, podríamos haber alcanzado un punto que cambie la realidad y la percepción hacia la valoración de la amistad entre mujeres por encima de la competencia entre ellas. Piensa en ello … no importa si una mujer se ha divorciado o separado, sus amigas estarán ahí para apoyarla, invitarla a salir, hablar por teléfono por horas, con total diligencia tratarán de estúpido a su ex, la cuestionarán gentilmente sobre por qué anduvo con él y por sobre todo la escucharán hasta que se encuentre mejor de nuevo.

Con este fresco recordatorio del poder de la amistad femenina, podemos ver la importancia relativa que le dan las mujeres a sus amigas y a sus esposos en sus vidas — y las fuerzas en juego que las llevan a ver cada clase de relación del modo en que las ven.

Para comenzar, hay razones bioquímicas que explican la capacidad de las mujeres para apoyarse mutuamente (y por qué los hombres les va tan mal en empatía).

Las mujeres, más que los hombres, son hábiles para reconocer las emociones de las demás personas. Debido al estrógeno y un nivel mayor de oxitocina, el “súper-pegamento” que hace que dos personas se vinculen, las mujeres sienten más estas sensaciones que los hombres en sus cuerpos, desde emociones y sensaciones físicas de dolor, placer y otras emociones. Las mujeres también sienten y responden con angustia cuando se enfrentan al dolor de otra persona más de lo que puede expresar un hombre. Si encendieras las luces en una sala de cine durante una escena perticularmente violenta, lo más seguro es que un gran número de las mujeres presentes cerrarían sus ojos.

Cuando una mujer se sienta junto con otra persona, inmediatamente comienza a compaginar con la otra persona, imitando y simulando su respiración, su tensión muscular y el estado emocional. Ella es capaz de monitorear cambios infinitesimales en la expresión corporal de la otra persona y buscar en su memoria pistas emocionales para saber lo que la otra persona siente.

La razón para esto es que los cerebros de las mujeres tienen más neuronas (en ambos hemisferios) dedicados a la sensaciones corporales y al procesamiento de las emociones. Como resultado, son mejores para anticipar, juzgar e integrar las reacciones emocionales, tanto positivas como negativas. Leen cosas como las pausas de alguien al hablar, la rigidez en la boca de alguien o el tono de voz como pistas esenciales para conocer el estado emocional y las necesidades de la otra persona.

La evolución también moldea las amistades femeninas. Estas facultades mejoradas de percepción emocional femenina son los vestigios de la necesidad prehistórica de las mujeres de ser lo suficientemente ágiles para diferenciar amigas de enemigas y alejar a los niños del peligro tan rápido como fuera posible. Si su seguridad estaba amenazada, ella no se quedaba ahí para presentar lucha, como un hombre de aquella epoca haría (y ahora) con seguridad haría también. Ella necesitaba el apoyo de otras mujeres para vigilar y proteger a su grupo de cualquier peligro externo ya sea proveniente de animales, humanos o de otra fuente.

Además de la capacidad de las mujeres para percibir e imitar las emociones de otros usando sus pistas visuales, las mujeres tienen un sentido del olfato más desarrollado que los hombres, el cual depende de nuevo de sus altos niveles de estrógeno. Su refinado sentido del olfato se cree que es la causa de la sincronización de los ciclos menstruales de las mujeres, lo cual sucede en un grupo de mujeres a través de la inhalación de las feromonas menstruales despedidas cuando transpiran. Es por eso que los períodos de las estudiantes que viven juntas comienzan al mismo tiempo del mes.

Los jeques y reyes que tenían harenes rápido se dieron cuenta de esta situación. De acuerdo a la leyenda, también aprendieron a separarlas en pequeñas unidades a modo de evitar la llegada en masa de los poco placenteros síntomas de síndrome pre-menstrual.

Sobre el por qué las mujeres desearían tener sus períodos al mismo tiempo, nadie sabe. Tal vez para asegurarse de que no hayan irritables compañeras animosas alrededor en el momento menos oportuno del mes.

Esto no quiere decir que las mujeres siempre se llevan bien con otras mujeres. La tendencia de una mujer a sentirse amenazada por otra mujer, así como la del hombre cuando es confrontado por un competidor de su mismo sexo, también tiene raíces ancestrales. La respuesta ofensiva de una mujer moderna puede todavía ser activada cuando “su hombre” se convierte en presa de otra mujer. Los psicólogos evolucionistas especulan que, en un nivel inconsciente primario, tal competencia amenaza la fuente de alimento y protección para una mujer.

Cómo se da esta situación ahora en día cuando las mujeres ganan su propio dinero y el matrimonio (al menos demográficamente) va en declive (o se pospone para después) es una pregunta inquietante. Me atrevería a opinar que el instinto de establecer vínculos de amistad entre las mujeres está ganando a su tendencia igualmente instintiva de competir por un hombre. Esto, en vista de la incapacidad actual para establecer vínculos sólidos entre hombres y mujeres dentro de una relación de pareja y el declive del matrimonio, hace que sea más evidente la percepción de este aumento en la creación de redes de amigas en las vidas de las mujeres.

¿Qué piensas, crees que algo ha cambiado en la actualidad?