Ya habrás escuchado de la “Edad de Piedra”, la “Edad de Hielo” y la “Era de la Información”. Esta es la “Edad del Viagra” la era de la impotencia masculina. Los comerciales de televisión dicen que 1/3 de todos los hombres sufren de “disfunción eréctil” atribuido a la presión alta, al cáncer de próstata o a la diabetes. Sospecho, a menudo, que en la cima esta el feminismo. Las mujeres deberían de ceder poder a los hombres pero por un largo tiempo han hecho todo lo contrario. En lugar de tomar la pequeña pastilla azul, los hombres necesitan reclamar su poder masculino.

Ya habrás escuchado de la “Edad de Piedra”, la “Edad de Hielo” y la “Era de la Información”. Esta es la “Edad del Viagra” la era de la impotencia masculina. Los comerciales de televisión dicen que 1/3 de todos los hombres sufren de “disfunción eréctil” atribuido a la presión alta, al cáncer de próstata o a la diabetes. Sospecho, a menudo, que en la cima esta el feminismo. Las mujeres deberían de ceder poder a los hombres pero por un largo tiempo han hecho todo lo contrario. En lugar de tomar la pequeña pastilla azul, los hombres necesitan reclamar su poder masculino.

El feminismo ha creado un conflicto de poder en el sentido que las mujeres buscan suplantar a los hombres en su rol y quieren que los hombres las suplanten a ellas en el suyo. Un amigo describe a sus amigos casdos como “lobos acorralándose entre sí”. El problema es siempre el mismo: las mujeres quieren suplantar a sus esposos. En el trabajo, un hombre puede aceptar el liderazo de una mujer. Pero en la esféra íntima, un hombre que reciba órdenes de una mujer no es un hombre y usualmente no se puede desempeñar como hombre.

El ve a su madre y se siente como niño de nuevo.

El poder es sinónimo de identidad masculina. La impotencia literalmente significa “sin poder”. Nosotros nunca diríamos que una mujer es “impotente”, ella es “infértil” o “frígida”. Un hombre no puede amar si no tiene el poder. El hombre expresa su amor ejerciendo su poder. Las mujeres ahora quieren quitarle el poder a los hombres y luego las ingenuas se preguntan por que ya no las aman.

Personalmente me sentí liberado cuando finalmente comprendí que tener poder era todo de lo que se trataba ser un hombre. Decidí entonces ir al extranjero a conseguirme una mujer tradicional y para ello fui a Latinoamérica y al sudeste asiático. Encontré a una mujer tradicional y por primera vez en mi vida descubrí la felicidad y de igual modo ella. Tenemos una relación donde las fricciones llegan al 0%. Ella comparte conmigo lo que piensa pero nunca me dice qué hacer. Nunca se queja, nunca critica. En el pasado, las mujeres me chantajeaban haciendo escenitas infantiles. Aún me encuentro a la expectativa de si eso pasa de nuevo. Yo hago las compras y cocino, tampoco piensen que mi relación es tan rígida. Hago todo lo posible por hacerla feliz y tengo éxito en ello.

El gesto de un hombre abriendo la puerta para una mujer ilustra cómo hombres y mujeres deberían comportarse. Todos sabemos que una mujer puede abrir la puerta por sí misma. Pero cuando un hombre lo hace, esta afirmando la feminidad, belleza y encanto de ella. Cuando ella acepta este gesto, ella esta validando el poder masculino del hombre. Este intercambio, la mujer sometiendo su poder a cambio del amor del hombre, es la esencia de la heterosexualidad. A fin de desarrollarse emocionalmente, hombres y mujeres necesitan esta validación mutual tanto como el sexo mismo. El sexo es la expresión de esto que estamos hablando.

Bajo la tóxica influencia del feminismo, las mujeres han abierto sus propias puertas. Ni la identidad sexual es validad, ni madura emocionalmente. Los hombres se sienten redundantes e impotentes; las mujeres se sienten rechazadas y asexuales.

Lo que sigue son algunos consejos prácticos para ayudar a los hombres a recobrar su poder

La mejor manera para seleccionar a una mujer es hacer una demanda. Si ella se pone firme, saluda y dice, “Sí, mi Capitán”, entonces es elegible. Un día de verano conocí a una joven mujer que patinaba. Le pedí que se quitara las gafas de solo para poder ver su rostro. Ella obedeció. Esa fue una buena señal para comenzar. El cortejo es el proceso mediante el cual un hombre se gana la confianza de una mujer (amor) de modo que ella acepte su liderazgo. Los hombres expresan su amor en términos de poder benevolente y perciben el amor de las mujeres como la aceptación de su protección. Similarmente, las mujeres quieren un hombre que las haga sentir seguras.

El feminismo confunde a los hombres para que busquen mujeres “independientes” y para que rechazen a la clase de muejeres que realmente necesitan. Si una mujer quiere ser “independiente”, ella no te desea. Si su anuncio dice “Eres lo suficiente hombre para mi?” o “Soy de alto mantenimiento”, declina el reto. La vida es demasiado corta. El matrimonio no se trata de independencia. Se trata de dos personas convirtiéndose en una y que solo pasa cuando una mujer se rinde a un hombre. Los hombres deben enfocarse en mujeres que tienen esta disposición y le otorgan el control al hombre. Si estás buscando a tu “igual” probablemente estas buscándote a ti mismo.

Los hombres han cedido su poder a las mujeres con la esperanza de obtener amor, sexo y belleza. Por un tiempo ella se siente halagada, pero al final ella no puede respetar a un hombre que ella pueda controlar. Ella quiere obedecer no que se le obedezca. Ellas desean a un hombre que tenga una visión completa de su vida, en la cual ella tenga un lugar esencial. Esta visión no necesita ser elaborada o complicada. Puede envolver una vida enfocada en valores e intereses mutuos, como tener niños, la música, la religión o a donde ir a pasear.

Hay un libro titulado: “Por qué Creo que No Soy Nada Sin un Hombre”, de la autora Dra. Penélope Russianoff que trata de ayudar a las mujeres a superar ese sensación. La verdad es, esta sensación esta basada en la realidad. La realización total de una mujer ocurre cuando aparecen el esposo y los niños en su vida. Las mujeres se sacrifica y sirven, y en recompensa, son adoradas y atendidas. Si su realización son su satisfacción personal y su carrera, ella ya esta satisfecha. Su esposo e hijos se vuelven secundarios.

Un hombre no se sentiría atraída por tantas mujeres bellas si se preguntara, “a qué mujer le debeo confiar mi espíritu?” Similarmente, el acto sexual es muy invasivo para las mujeres. El espíritu del hombre invade el ser de ella. Ella esta vacía y a la espera. Al mismo tiempo que el la toma en sus brazos ella le da a él su protección espiritual y emocional. El hombre se expande dentro del espacio que ella crea mediante su aceptación. Un hombre y una mujer son como una espada en una vaina. El la fortalece a ella. Ella le proporciona refugio. Ambos se convierten en uno.

En conclusión, un hombre puede reclamar su identidad al reconocer que su poder no es negociable. Esto representa su capacidad para amar que es la esencia de su masculinidad. Un hombre debe enfocarse en encontrar una mujr que sea receptiva a él. Ella puede estar detrás del mostrador en lugar de una mesa ejecutiva. Un hombre soltero debe ser agresivo y rápidamente actuar sin preocuparse por el rechazo. Un hombre debe de estar preparado para ofrecer a la mujer indicada una relación profunda. Ella no esta interesada en “acostarse”. Los hombres solteros hoy en día son tan pasivos e infantiles que las mujers solteras de hoy están saltando las paredes.

Los hombres y las mujeres podrían ser “iguales” y abrir sus propias puertas. Pero, cuando un hombre abre la puerta a una mujer, esto los valida y reafirma a ambos, representa algo superior e infinitamente mejor.